Las mujeres son cuidadoras principales en todos sus contextos y durante la pandemia ha aumentado la sobrecarga en sus labores de cuidado en Colombia, que involucran la atención y asistencia de las necesidades de otros, incluso en detrimento de sus propias necesidades. Estas labores implican una inversión de tiempo, esfuerzo y recursos mentales, sociales y físicos para atender las necesidades y buscar el bienestar de otras personas.
(SOBRE)CARGAS DESIGUALES
Aunque según la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) las labores de cuidado representan el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) colombiano, su ejecución está principalmente en cabeza de mujeres que trabajan en promedio dos horas más que los hombres y dedican el 49% de su tiempo a labores por las que no son remuneradas ni valoradas socialmente.
Por el contrario, los hombres dedican el 73% de su tiempo a realizar actividades por las que son remunerados. Esto implica que una mujer en Colombia trabaja diariamente alrededor de 15 horas al día, de las cuales más de la mitad están dedicadas al cuidado de otros, mientras que un hombre puede dedicar su tiempo a actividades de beneficio personal.
Esta problemática se acentúa con factores como el hecho de que las mujeres tienen en promedio cuatro veces más probabilidades de vivir en hogares más vulnerables cuando tienen hijos. En un reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se identificó que las mujeres que tienen a cargo todas las responsabilidades de su hogar tienen muy pocas probabilidades de desarrollarse profesionalmente.
INCREMENTO DE LA SOBRECARGA EN LA PANDEMIA
Durante el Covid-19 la problemática se agrava. Datos sobre epidemias anteriores, como el ébola, revelan que las necesidades de las mujeres no son tenidas en cuenta al implementar políticas públicas. En esencia, los periodos de crisis tienden a agudizar las diferencias estructurales que existen a nivel social.
Durante las crisis, las mujeres experimentan un incremento en el número de tareas domésticas. También se crean nuevos espacios de cuidado en los que deben suplir roles como enseñar, atender las crisis económicas de su hogar y la sobrecarga emocional por la crisis pública.
Además, las mujeres hacen parte esencial en todos los contextos necesarios para la contención de la crisis. La mayoría ocupan cargos de enfermería, atención de trabajo social y psicología, orientados a buscar el bienestar de los demás y en los que se ha visto un incremento de horas de trabajo, agotamiento y contagio.
EL ROL SOCIAL Y LA ÉTICA DEL CUIDADO
Según la psicología social, una de las causas estructurales de esta situación es la asociación cultural entre labores del hogar y del cuidado con el género femenino. Como consecuencia de lo anterior, se tiende a creer que las mujeres son quienes deben estar encargadas de estas tareas, lo que hace que ambos géneros se comporten de acuerdo con sus roles sociales, incluso si estos surgen de asociaciones arbitrarias.
Igualmente, datos más recientes en Colombia han revelado cómo la feminización del cuidado ha implicado no sólo desigualdades estructurales, sino también vulnerabilidades económicas para las mujeres. Así, la distribución desigual de las tareas lleva a que las mujeres sufran mayores impactos económicos y a que su desarrollo profesional se vea limitado por las responsabilidades que tienen con otros.
Situaciones como las descritas demuestran lo que Nahla Valji, asesora senior de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha dicho sobre cómo el trabajo no remunerado de las mujeres sirve como sustento económico de la economía formal.
Aunque la discriminación contra las mujeres no es algo nuevo, los contextos de crisis hacen más visibles y severas las formas de discriminación contra la mujer. Esto hace un llamado a denunciar estas situaciones e incluir el punto de vista de las mujeres en el diseño de la política pública durante crisis como la pandemia.
Izabella (she/her) is a research assistant at Universidad de los Andes. She has special interest in international law and clinical psychology, and is currently taking courses of the Masters in International Law at Universidad de los Andes. Izabella has researched and published topics related to gender equality, international arbitration, international trade, moral psychology and the psychology of emotions. She has acted as pro-bono counsel and currently conducts workshops related to grief, moral psychology and psychology of emotion for women.